28 de octubre de 2008

"Y comienzo de nuevo a sentirme como un auge de tiempos pasados, como un sin-ser de mi, dando vuelcos por pasillos destartalados"

David D.

La gran desmedida

Miedo, temblor en mi, en mi cuerpo temblor como de árbol cuando el aire viene de abajo y entra en el por las raíces y no mueve las hojas ni se le ve
Terror terrible, inmóvil es la felicidad esta ya cerca...
Está ya cerca pegando el oído al cielo se la oirá en su marcha subceleste, hollando las nubes...
Ella, la desmedida, la remotísima se acerca aceleradamente a una velocidad de luz estrella
Y se acerca aceleradamente y tarda todavía en llegar
Y tarda todavía en llegar porque procede de mas allá de las constelaciones
Tiene escogido cuerpo sitio y hora...
Me ha dicho "voy". Soy ya su destinada presa, suyo me siento antes de su llegada, como el blanco antes de la flecha
Fulminado por la dicha
No queda el esperarla indiferentemente, distraído con los ojos cerrados y jugando a adivinar cual la prohijará
Siempre se tiene que esperar a la dicha con los ojos terriblemente abiertos
Insomnio ya sin fin si no llegara por esa puerta por la que entran todos...
Franqueará su paso la imposible, vestida de un ser mas que entre en mi cuarto
En esta luz y no en luces soñadas
Y no en luces soñadas...
En esta misma luz donde ahora...
Donde ahora se exalta el hueco de su ausencia...
Dejará de llamarse felicidad, nombre sin dueño
Apenas llegue se inclinará sobre mi oído y me dirá:
Me estremece un gran temblor de víspera y alba

Su gran tumulto y desatada prisa este pecho Eligió para romperse…
Para romperse en el
Igual que escoge cada mar su playa o candil
Y se llama felicidad en todos los idiomas
El peso incalculable que alas leves transportas
Y el trino del pájaro, sobre mi caerá todo como la luz del día entera cae sobre los dos primeros ojos que la miran…
Escogido estoy ya para la hazaña…
Escogido estoy ya para la hazaña del gran gozo del mundo
Del gran peso del mundo, de soportar la dicha, de entregarla…
Muerte, resurrección, rosa y mordisco
Lo fácil en el alma es lo que tiembla al sentirla venir…
Para que llegue
Que ella, la dicha solo en el anuncio de su ardiente inminencia convoca y pone en pie
Porque viene a luchar su lucha en mí
En mi temblor se siente su temblor, su gran dolor
Porque la dicha quiere también su dicha…
Quiere también ser algo más que la idea de su vida
Y hacerse así feliz, al florecer
Los elegidos para ser felices somos tan solo carne
Y ser felices es hacernos campo de sus paces